por Lucía Redondo
Estrenamos sección en el blog, y lo hacemos con una colaboradora de lujo, Lucía Redondo, quien además es parte del equipo de Rural It
Creemos que una alimentación saludable y consciente está al alcance de todos. No hace falta enredarse con dietas complicadas, comprar productos sofisticados o leer cientos de libros para encontrar en los alimentos el equilibrio que tanta falta nos hace. Con estos pequeños “bocados de realidad” que nos va a traer Lucía, queremos ponéroslo fácil en la terea de cuidarnos un poquito más cada día.
Lucía es todo un referente en el mundo de la nutrición y la naturopatía. Además de nutricionista, es experta en medicina tradicional china y profesora. Tiene una capacidad fabulosa para mezclar evidencias científicas con una buena dosis de sentido común, y a partir de hoy se asomará por aquí para desmontar mitos y poner a vuestro alcance los secretos de los alimentos. ¿Qué os parece?
¿Es mejor hacer 5 o 3 comidas al día?
Seguramente has escuchado alguna vez aquello de: “si haces cinco (o seis) comidas al día tu metabolismo estará más activo, tendrás menos apetito y el gasto calórico será mayor”. Pero… ¿es esto cierto? ¿qué dice la ciencia? ¿y el sentido común?
Muy recientemente se ha publicado en la revista científica Nutrition Reviews un metaanálisis de ensayos clínicos sobre el efecto de la frecuencia de las comidas en la composición corporal. Resumiendo y para hacernos una idea, el resultado del estudio es que NO está claro que hacer más o menos comidas tenga algún efecto sobre el peso y la composición corporal. ¿Y esto qué significa? Pues que no podemos dar, según las evidencias científicas, la misma recomendación para todas las personas.
Ahora quisiera que por un momento pensaras en nuestros antepasados. Es gracias a ellos, a su evolución, a su adaptación, que hemos llegado a convertirnos en lo que somos ahora. Piensa, por ejemplo, en la época de la glaciación, ¿qué opinas; habría abundancia o escasez de alimentos? Aunque nos pilla un poco lejos para preguntárselo, seguramente se alimentaban de lo que encontraban, casi siempre alimentos que ahora nadie comería. Si encontraban comida, comían. Si no la encontraban, ayunaban. Y así durante miles de años (no olvidemos que la invención del frigorífico y los congeladores en términos evolutivos es muy reciente). Esta escasez de alimentos está grabada a fuego en los genes de la mayoría de nosotros. Sí, hoy, entre nosotros, también. Y aquí nace el problema: nuestra genética (las instrucciones de nuestro organismo) está diseñada para tener épocas de escasez y hambruna, alternadas con épocas de abundancia, en las que nuestro cuerpo carga sus depósitos de grasa para asegurar su supervivencia cuando llegue de nuevo la época de hambruna. ¿Cuál es el problema en la actualidad? Que no hay épocas de hambruna, ni tampoco días, ni incluso horas de hambruna. Ahora la mayoría de nosotros tenemos acceso libre a alimentos a todas horas, siempre que queramos. Mi consejo; tengamos en cuenta nuestra evolución para comer en coherencia con las instrucciones que lleva grabadas nuestro cuerpo.
¿Entonces qué hago? ¡Pues “muy fácil”!
Si tienes hambre, come. Asegúrate que es hambre de verdad, no ansiedad (a veces, muchas veces diría yo, buscamos placer en la comida para esconder problemas emocionales). Come alimentos sanos: hay muchas ocasiones en las que tenemos hambre a media mañana, pese a haber hecho un “buen desayuno” según las recomendaciones oficiales de organismos libres de conflictos de interés (palabras irónicas). Es precisamente por culpa de haber hecho un desayuno a base de cereales, galletas, zumos, bollería o unas tostas en el mejor de los casos. En ese caso… ¡cambia el desayuno! (Consejo: incluir huevo, aguacate o frutos secos es, además de saludable, muy saciante). También es importante comer de forma ordenada: mejor concentrar lo que comes en un momento determinado, que estar picando todo el día. Si, lo sé, es lo contrario de lo que te han contado toda la vida, pero bueno, lo de “toda la vida” nos ha traído hasta aquí, así que ¿cambiamos?
Si no tienes hambre, no comas. Y si a la siguiente comida llegas con un apetito voraz, tranquil@, empieza comiendo fruta y un buen plato de verdura, tanta como quieras, y cuando estés medio saciad@, entonces pasa a ingerir alimentos con alta densidad energética. También puedes optar por incluir a media mañana y/o a media tarde un puñado de frutos secos y una pieza de fruta.
Escucha, observa, respeta y haz caso a tu cuerpo. Es importante que comas a gusto y disfrutando. ¡Comer con hambre es uno de los mayores placeres de la vida!