¿Os apetece que hagamos pan juntos?
Llevo años haciendo pan en casa con una panificadora estupenda que me trajeron los Reyes Magos. El olor del pan recién hecho es uno de esos aromas que me transmiten felicidad, sensación de hogar y relax, y su sabor es inigualable. Hacerlo en casa me permite además elegir las harinas y demás ingredientes y cuidar la calidad. Es sencillo encontrar harinas ecológicas, pero es prácticamente imposible encontrar un buen pan comercial, sin miles de conservantes y que no se convierta en chicle a la media hora de salir de la tienda.
A pesar de que la he usado muchísimo, la panificadora tiene sus limitaciones, en el formato y sobre todo en la textura, sólo hace panes con mucha miga y poca corteza, parecidos al de molde. Me apetecía ir un poco más allá, y había probado hogazas maravillosas hechas con masa madre. Empezó a picarme el gusanillo, pero lo de la masa madre me parecía un misterio insondable. Había oído de todo sobre ella: que era algo complicadísimo conseguirla, que requería cuidados, que se guardaba en la nevera y había que “alimentarla”… No me veía en condiciones de incorporar casi una mascota a la familia.
Pero a principios de 2015 mi amiga Vero, del blog Cocinando para mis cachorritos, me propuso como reto de año nuevo que aprendiéramos a hacer pan con masa madre, empezando por el principio, haciendo nosotras la mezcla desde cero. Seguimos la receta del fantástico panadero Ibán Yarza y después de un par de intentos fallidos, de una sencilla mezcla de harina y agua surgió mi propia masa madre.
Agua, harina, amor y tiempo. Esos son secretos del buen pan. No se necesita prácticamente nada más. Casi un año después, me he hecho adicta a esto de fermentar, plegar y hornear. Miro cómo crecen mis hogazas pegada al cristal del horno, le pongo pegas al resultado casi siempre (un poquito más de corteza, no ha subido lo suficiente, estas semillas no me convencen…) y disfruto muchísimo con todo el proceso. No soy una experta, muchas veces me sale mal. Porque si algo he aprendido, es que el pan te pide que estés presente cuando lo haces. Los días que voy con prisas, que no me fijo bien, que tengo la cabeza en otra parte, no sé por qué, no sale. Una lección vital, en el fondo. Hay que poner todo nuestro empeño en las cosas que hacemos, aunque parezcan insignificantes… ¡Puro mindfulness!
Os aseguro que a pesar de lo que pueda parecer, no es nada difícil. Y quiero proponeros un reto: ¿Os apetece que hagamos pan juntos?
Mi idea es explicaros aquí cómo hacer masa madre, y que entre todos vayamos compartiendo los progresos y dudas a través de instagram (si todavía no nos sigues en esta red, somos @rural_it) y Facebook con el hastag #yohagopan. Después empezaremos a meter las manos en la masa y a hornear.
Para la mase madre utilizo como base la receta del libro “Pan casero” de Ibán Yarza, una auténtica maravilla. (Si queréis un libro para todos los públicos con propuestas que salen, fáciles de hacer en casa y sin ingredientes imposibles de encontrar, éste es el vuestro). Pero ya iréis viendo que la masa madre tiene personalidad propia y no os estreséis si las vuestras no siguen exactamente el ritmo que describe la receta. Paciencia, que irá saliendo.
Necesitarás:
- Un bote de cristal mediano con tapa. Al menos, como de los de mermelada.
- Agua
- Harina integral. La de centeno es un poco más rápida, pero puede ser de trigo.
Día 1:
Mezcla 40 g de harina integral y 55 g de agua (las cantidades no son muy relevantes, verás que se hace la masa madre casi en cualquier caso…) Remueve bien hasta que la mezcla sea homogénea.
Tapa el bote y déjalo a temperatura ambiente 24 h en un lugar tibio. La temperatura afecta mucho al proceso, con frío las bacterias se vuelven un poco “perezosas” y el proceso es un poco más lento. Yo dejo el bote ligeramente abierto, y hay quien hace un agujero en la tapa.
Día 2:
Probablemente no hayas notado grandes cambios, quizás pequeñas burbujas y un leve olor ácido (el olor de la fermentación). Simplemente remueve la mezcla, tápala y espera otras 24h.
Día 3:
Ahora sí, verás algunas burbujas y el olor ácido será más evidente. Añade 2 cucharadas soperas de harina y 2 de agua, y remueve bien la mezcla. Vuelve a tapar.
Días 4, 5 y 6:
Repite los pasos del día 3: Añade dos cucharadas soperas de harina y 2 de agua y mezcla bien. Si ves que de un día para otro la mezcla ha crecido mucho, antes de añadir la harina descarta una o dos cucharadas soperas (para no encontrarte con demasiada masa al final del proceso). Verás cómo la masa va hinchándose cada vez más rápido, el sexto día probablemente en unas pocas horas habrá duplicado su volumen. Éste es el indicador de que tu masa madre está lista. Si por el contrario ves que no termina de crecer y esponjarse, no te preocupes. Añade simplemente un par de cucharadas de harina, sin agua, remueve y olvídate de la masa un día o dos. Verás cómo acaba fermentando sola.
Dentro de unos días os contaremos cómo hacer pan usando vuestra masa.
¿Qué te ha parecido? ¿Te animas a hacer tu propia masa madre con nosotros y a compartir el proceso en nuestras redes sociales?
Creo que me voy a animar y voy aprobar. Ya os contaré que tal. Gracias.
Genial Beatriz!! Ya verás que es sencillo y, por favor, cuéntanos la experiencia!!