Fresas, la fruta de la primavera

Por Olga Cuevas 

Ya están aquí. Llegaron con la primavera, llenas de color y de fragancia. Las fresas, las nuestras, pequeñas y sabrosas. Un auténtico regalo para los sentidos.

Quienes habéis participado en nuestra actividad de recogida de fresas ecológicas, sabéis que no tienen nada que ver estas fresas con las que se venden en lios supermercados desde enero. Las buenas son las de temporada. Han tenido más horas de sol para madurar y generar los azúcares que le dan su característico dulzor. Las más tempraneras aunque no son tan dulces, merece la pena comerlas, la temporada es corta y hay que aprovecharla.

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Las fresas no maduran fuera de la planta, así que conviene comprarlas en el mejor punto de maduración posible y eso suele resultar más fácil si se acude a productores de proximidad, a esos que cultivan las variedades pequeñas más delicadas y sabrosas pero también las más perecederas.

¿Cómo conservarlas?

Las fresas son muy delicadas, se estropean con facilidad. Sólo se deben lavar, separar de los tallos verdes y preparar en el momento justo en que se van a consumir. Para conservarlas, lo mejor es esparcirlas sobre una fuente o plato llano para que no se toquen demasiado entre sí y guardarlas en un lugar fresco o en el frigorífico, pero nunca congelarlas ni exponerlas al calor.

Propiedades

Son muy ricas en vitamina C, bastante más que las naranjas, una ración de  unos 100 g cubre las necesidades diarias de esta vitamina. También contienen provitamina A (carotenos), folatos y otras vitaminas del grupo B. Entre los minerales, destacan el hierro, el calcio, fósforo, magnesio, manganeso y potasio.

Quizás lo más interesante de las fresas es su alto poder antioxidante, su intenso color rojo es un indicativo. Al contenido en vitamina C y en carotenos (entre los que hay que destacar luteína y zeaxantina que protegen la vista), hay que añadir los potentes flavonoides como la antocianina que ayudan a que las células mantengan su capacidad regeneradora y puedan hacer frente a múltiples agresiones.

Tienen un ligero efecto diurético, ayudan a eliminar el ácido úrico y son refrescantes.

Las hojas son astringentes. Se pueden secar y luego usar durante todo el año en infusión como remedio para las diarreas o en decocción para tratar las llagas de la boca.

¿Por qué ecológicas?

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Las fresas producidas de forma convencional contienen muchos residuos de pesticidas (hasta 22), algunos son disruptores endocrinos (sustancias con capacidad de alterar el sistema hormonal). Los niños y las mujeres embarazadas son los más vulnerables a los efectos de estas sustancias, incluso en dosis muy bajas. Aunque estos tóxicos no sobrepasen las cantidades oficialmente permitidas, no se contempla que a veces se comen en mucha cantidad, ni  tampoco el peligro del efecto cóctel que pueden tener todas estas sustancias combinadas entre sí.

Además, es una fruta que se come sin pelar, por lo que no es posible eliminar ninguna de estas perjudiciales sustancias.

Precauciones

Las fresas tienen la mala fama de ser productoras de alergias. Son liberadoras de histamina, una molécula presente en muchos alimentos de la dieta cotidiana y también en nuestras células, que el cuerpo la metaboliza a través de la enzima diaminooxidasa (DAO). Altas concentraciones de histamina unida a poca cantidad de DAO pueden producir problemas intestinales, cutáneos y migrañas. Las fresas, al igual que las naranjas aunque no tienen histamina provocan la liberación de la histamina endógena del interior de nuestras células y pueden desencadenar reacciones alérgicas. ¿Os suenan de algo los antihistamínicos?

No se recomiendan a los bebés menores de 1 año, y las personas con tendencia a las alergias deben ser prudentes en su consumo y observar si les producen reacción.

Aunque no hay estudios que lo demuestren, estoy convencida que el efecto alergénico de las fresas es menor si se trata de las ecológicas. ¿Quién tiene la culpa, las fresas o los pesticidas que les acompañan?

Por otra parte, las fresas contienen salicilatos en pequeñas cantidades. Por esta razón, las personas con alergia a la aspirina (ácido acetilsalicílico) no deben tomarlas en grandes cantidades.

Ideas sanas para comerlas

Fresas la fruta de la temporada

  • Batido con bebida de avena y unas semillas de chía trituradas para conseguir una textura más cremosa. Por ejemplo, ¼ de kilo de fresas, un vaso de bebida de avena, una cucharada pequeña de semillas de chía previamente molidas en un molinillo de café, y para los más golosos una cucharadita de café de miel de buena calidad.
  • Con un poco de yogurt o kéfir de cabra, mucho más sanas que con nata.
  • Maceradas durante un par de horas en un bol con una cucharada sopera de concentrado de manzana líquido o de miel de buena calidad. El jugo que sueltan es delicioso.
  • Con zumo de naranja ¡Ojo los alérgicos! Aquí sumamos dos posibles liberadores de histamina.
  • Como un ingrediente top en las ensaladas.
  • Gelatina de agar-agar de fresas y otra fruta (por ejemplo, peras). Poner a cocer medio litro de zumo de manzana con una cucharada sopera de copos de algas agar-agar. Dejar hervir unos 3 minutos. Añadir 3 peras conferencias grandes y muy maduras en trocitos, hervir 2 minutos más y apagar el fuego. Colocar en una bonita fuente plana y esperar unos minutos hasta que se enfríe un poco. Decorar toda la superficie con fresas partidas por la mitad. Se deja enfriar en la nevera.

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