Reality bites: Carne procesada y roja, ¿es ésta la cuestión?

Por Olga Cuevas 

La salud y en concreto las posibilidades de padecer cáncer, dependen de muchos factores: alimentos procesados o de mala calidad, contaminación, tóxicos, estimulantes, estrés, falta de ejercicio… La prevención del cáncer pasa necesariamente por llevar un estilo de vida saludable.

El anuncio de la OMS de que considera la carne procesada com cancerígena y la carne roja como posiblemente cancerígena ha sido un terremoto mediático. Hoy tenemos la suerte de contar en el blog con un artículo de la Doctora Olga Cuevas, una de las fundadoras de Rural It, que intenta arrojar un poco de luz sobre tanta polémica.

Olga Cuevas es Doctora en bioquímica, especialista en alimentación y salud y autora de los libros «El equilibrio a través de la alimentación» y «Tratamientos naturales al alcance de todos».

Carne procesada y carne roja, ¿es ésta la cuestión?

La OMS vela por nuestra salud y de vez en cuando nos alerta de alimentos potencialmente dañinos. Ahora le ha tocado el turno a la carne roja y a la carne procesada. Los medios de comunicación se hacen eco de tan sustanciosa noticia. No es para menos, se trata del consumo de carne, un alimento presente en sus múltiples formatos a diario en casi todas las mesas de nuestro país. Esto no hubiera pasado hace 3 ó 4 décadas donde comer carne era un lujo y además, un lujo de verdad, ya que la carne era natural y procedía de animales cuidados y alimentados conforme a su fisiología. Se comía pocas veces y además era de buena calidad. Pero para mí esta no es la cuestión.

La salud y en concreto las posibilidades de padecer cáncer, dependen de muchos factores: alimentos procesados o de mala calidad, contaminación, tóxicos, estimulantes, estrés, falta de ejercicio… La prevención del cáncer o de cualquier otra patología pasa necesariamente por llevar un estilo de vida saludable.

En cuanto a la alimentación, poner el acento solo en las carnes rojas y procesadas y pasar por alto otros muchos alimentos industrializados (sean de origen animal o vegetal), carece de sentido. Por ejemplo, unos de los mayores enemigos de nuestra salud, que se consumen en grandes cantidades a diario y a todas la edades, son los productos elaborados con azúcares refinados y cargados de aditivos (bebidas refrescantes, bollería, dulces…). De ellos, la OMS no dice nada (o casi nada). Tampoco dice nada acerca de la calidad de los alimentos. Para mí es muy diferente comer una hamburguesa ecológica de carne de pasto, que comer una de carne de un animal que ha comido piensos cargados de pesticidas y a los que se ha administrado un sinfín de productos químicos. Sobre este tema os recomiendo un artículo escrito por dos grandes nutricionistas, Lucía Redondo y Jesús Sanchis, no tiene desperdicio.

Además, en esta parcela de nuestra salud que representa la alimentación sana, no podemos olvidar la visión global. Lo importante es el conjunto delos alimentos que consumimos. El resultado tiene que ser equilibrado. Por ejemplo, si comemos carne roja (siempre de buena calidad) tendríamos que acompañarla con generosas cantidades de verduras. En la dietética según la medicina tradicional China diríamos que hay que equilibrar el Yang (las carnes) con el yin (las verduras). No soy defensora de ninguna tendencia dietética (macrobiótica, vegetariana, paleodieta…). Propongo un tipo de alimentación compuesta por alimentos de buena calidad con predominio de los alimentos de origen vegetal (especialmente hortalizas) que se adapte a la naturaleza de la persona.

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